martes, 3 de junio de 2014

Cual es mi lugar en el Dojo?

Llevo un tiempo observando y dándole vueltas a la incapacidad que tenemos, muchas veces, para cambiar o compartir el rol que desempeñamos en diferentes ámbitos de la vida diaria. Como este blog trata sobre Aikido intentaré ceñirme a este ámbito lo más posible a la hora de exponer mi percepción.

Como en toda pequeña comunidad, cada individuo que forma parte de ella, por lo general, adquiere un papel que desempeñar con mayor o menor repercusión en el devenir del día a día. Algunas veces el rol vendrá dado automáticamente por las circunstancias o las necesidades, pero en otras lo deberemos buscar activamente para poder encajar lo más eficientemente en el engranaje total.

El problema real viene generalmente cuando ya estamos afianzados en nuestro hueco y nos sentimos cómodos con nuestra función. Es entonces cuando ante cualquier pequeño movimiento nos sentimos amenazados y nos ponemos totalmente a la defensiva para proteger algo que, si lo miramos fríamente, ni siquiera nos pertenece.

El Aikido promulga la no resistencia, la no competición, entonces, por qué nos empeñamos en no amoldarnos a los cambios del día a día?. Cuando llega un compañero nuevo al Dojo es primordial acogerlo con los brazos abiertos, que se sienta cómodo y tenga oportunidad de explorar y sentir lo que es el Aikido. Dentro de un tiempo, mucho o poco depende de cada persona, ese nuevo compañero, tendrá que buscar su lugar en la maquinaria y puede ser que ese lugar ya esté ocupado..., que ocurrirá entonces?

Es triste, pero analizando tranquilamente, me he dado cuenta que casi todos los compañeros que no llegaron a cuajar, aún después de años de práctica, y que terminaron abandonando, en gran medida fue porque no lograron sentir que formaban parte de algo, no vieron el Aikido como algo suyo, ni el Dojo como una pequeña comunidad de la que disfrutar, aprender e intercambiar experiencias. También está el caso contrario, en el que el nuevo compañero encuentra su sitio y "desplaza" al veterano, y este lejos de reubicarse abandona el Dojo, en el mejor de los casos, o la práctica, en el peor, haciendo aspavientos y poniendo mil excusas.

Mi conclusión, tal y como yo veo el asunto, es que hay que ser capaz de amoldarse a los cambios y aceptar que hoy estamos arriba y mañana abajo, hoy somos el protagonista y mañana el secundario cómico, en todos los roles hay mucho que aprender, sobre todo lecciones de humildad, y no pasa nada por ello, y si hay que empezar de cero se empieza, y sobre todo hay que tener en cuenta que cada nuevo compañero que entra por la puerta es como una bendición y un paso más en la continuidad y asentamiento del Aikido, hacerle un hueco y darle un poco de nuestro espacio no estaría de más. No hay que tener miedo al cambio ni a lo desconocido.

10 comentarios:

  1. Bueno,amigo guillermo,aqui tienes un claro ejemplo de como estrapolar el aikido a la vida diaria,amoldarse a los cambios es como aceptar un ataque y unirse a uke para fluir con el.....txemi.

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    1. Podría servir tu símil amigo Txemi, pero en lo que yo expongo faltaría el ataque al que amoldarse y fluir, según yo lo veo ;-)

      Un abrazo.

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  2. me lo expliqueee?......tus profundidades son insondables ....el miercoles aclarame....por cierto tengo una tablet por si quiere que cojamos de dos angulos....PdV.

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    1. Jajajaja, no te preocupes PdV, son pensamientos peregrinos que se me vienen a la cabeza, no tiene porque tener ningún sentido lo que escribo xD. Dos ángulos eh?, igual si te colgamos del techo rollo misión imposible para que hagas unos planos aereos...

      Un abrazo Dani.

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  3. Hola Guillermo,
    No conozco tu dojo, pero te puedo hablar del mio, y en él cada nuevo miembro tiene su lugar inmediatamente, si se queda o no no depende del lugar en el dojo, sino de que le guste el aikido o no le guste. Somos una familia y acogemos a todos los nuevos de igual forma. Hay mucha gente por ahi a quienes el aikido les parece demasiado complicado y lento, para obtener resultados más rápidos tienes el boxeo por ej. Y en la vida hay que adaptarse todos los días a los cambios, todo cambia.
    Muchas gracias y un abrazo

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    1. No creo que sea cuestión de Dojos, más bien de caracter. Aquí en el norte cuesta mucho ganarte la confianza de alguien o pertenecer a un grupo, las personas son mucho más frías, eso si, cuando lo logras es para toda la vida, se podría decir que son diferencias incluso culturales.

      Un abrazo Carina.

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  4. Vaya parrafada Guille, te dolerán los dedos no? ¿Has calentado antes de escribir?

    Me parece que tienes razón, en lo de romper los esquemas, hacer algo diferente siempre que se pueda.....
    Por tanto te propongo que en clase, en vez de coger el sitio inicial que sueles ponerte (cerca de la puerta, o de la huida), te cambies y pongas en otro lugar (yo haré lo mismo)

    Saludos,

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    1. Jajajaja, si a alguien le viene mejor el puesto de portero en los calentamientos no te quepa duda que se lo cedo de buen gusto, eso si, mi nuevo hueco bien lejos de ti, no me gusta mezclarme con princesitas moñas xD.

      Un abrazo.

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  5. Buenos Dias, Guillermo,
    Creo que la persona crea un nicho para vivir en una zona de seguridad y confort, todo esto va a suceder debido a la forma en que interpreta el mundo desde su interior, de su capacidad de querer (o no) cambiar o adaptarse. Cuando empezamos a cuestionar algo, es que um cambio importante en nuestra percepción y dentro de nosotros,si sucedió.
    El Dojo es um sitio de ínicio, de salir para el mundo, porque nuestro Dojo es el mundo y, almismo tiempo, en nuestro interior; es algo dinâmico, haciéndonos modificar y adaptar a cada momento, como nos enseñó Ueshiba O'Sensei. Por eso, él dijo que cada momento es único, cada Ikkyo es único; pues sólo existe el momento presente.
    Muy buena tu reflexion, muchas gracias por nos invitar para reflexionar junto con usted.
    Abrazo.

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    1. Muy sabias tus palabras Ricardo, creo que tienes grandes puntos en común con la filosofía de vida de Txemi. Muchas gracias por aportar tu punto de vista y completar la reflexión.

      Un abrazo.

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