Día 4
Tercera
parada: Lijiang
Para
llegar a Lijiang, cogí el autobús des de Dalia, que aunque el viaje son tres
horas, es lo mismo que coger el tren, ya que aunque este te salva una hora,
hay que ir hasta la nueva Dalia, de tal modo que pierdes más tiempo.
Lijiang
es una ciudad que se encuentra sobre los 2500 metros de altura, mayoritariamente
se encuentra habitada por la minoría étnica de los Naxi. La ciudad se divide en
dos partes, la zona nueva (con nada especial, una ciudad más) y la zona vieja,
donde pasé la noche en un hostal y donde toda la zona está construida con casas
bajas de arquitectura antigua y estilo Naxi, esto ha hecho que esté considerada
como patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO. Realmente es muy
bonito, pero también se nota que han sabido aprovechar la gran afluencia de
turismo interior que les llega ya que la zona está llena de tiendas de todo
tipo. No se permite la circulación de automóviles en la ciudad vieja, así que
hay que ir andando a todas partes.
Después
de dejar las cosas, como siempre me fui a explorar la ciudad. Perdiéndome por
las calles, llegué al pié de la colina del león donde en la parte más alta, se
encuentra una torre muy bonita y bien decorada que ofrece una gran vista de
toda la ciudad. Bajando
de la colina y volviéndome a perder por las calles, entré en una plaza donde
mujeres con vestidos tradicionales estaban bailando al ritmo de la música un
tipo de danza típica de esta etnia. Más
adelante, llegue a la mansión de la familia Mu que es un complejo de edificios
con un jardín detrás que sube y termina comunicando con la colina del león.
Cuando
ya me iba de la zona antigua camino a algún lugar para cenar, tropecé con un
pequeño templo budista, escondido entre callejones en el que había unos monjes
rezando. Probablemente ese es el templo más pequeño de los que he visto, pero
era realmente muy bonito y acogedor con muchas cintas de colores colgando de un
árbol que había en el centro de
un pequeño patio. Finalmente salí de la zona antigua para ir a comprar el
billete de vuelta para cuando volviera, ya que quería coger el tren nocturno y
no me quería jugar la opción de pasar la noche en un banco de madera en el tren
en lugar de una cama.
Volviendo
al hostal, compre el billete de bus para mi siguiente destino. Allí conocí a un
par de chicas chinas (en el hostal era el único no chino) con las que hablé un
buen rato y salimos a tomar algo a un bar de un amigo de ellas. Como que dos de
nosotros seguiríamos el mismo plan, decidimos ir juntos al día siguiente ya que
a donde íbamos, no es aconsejable ir solo.
Día 5
y 6
Cuarta
parada: Tiger leaping gorge o el cañón del salto del tigre? Este
desfiladero, uno de los más profundos del mundo, presenta unas impresionantes
vistas a lo largo de un camino que puede ser un poco peligroso.
Para
llegar allí, pillamos el bus desde Lijiang que nos dejo en Qiaotou,
el ultimo pueblo antes de que empiece el cañón. En principio y lo que hace
todo el mundo que no sea tan despistado como yo, es dejar las pesadas
mochilas en un hostal que hay al principio del camino y solo se lleva algo ligero
para pasar la noche en un hostal por el camino. Lo que paso fue que el autobús
en el que íbamos, nos dejo un poco más lejos de donde se pueden dejar las
mochilas, y como que no vi el sitio, pensé que tampoco iría mal un poco mas de
entrenamiento.
Los
dos empezamos el camino, subiendo montaña arriba y entrando hacia el cañón.
Mientras íbamos subiendo, nos fuimos encontrando gente, primero una madre
y una hija americanas, luego unos alemanes y finalmente otra chica de estados
unidos. De tal modo que formamos un buen grupo e íbamos hablando sobre la
marcha. El tema se puso un poco más duro cuando llegamos a las temidas 28 curvas
(que seguro que son más de 28), todo el camino en general es relativamente
peligroso por ser estrecho y tener al lado una buena caída, pero esta zona era
como un camino de cabras que subía con bastante inclinación y que con el
sol del mediodía se convirtió en un muy buen ejercicio, de esos en los que
llega un momento en el que no se puede ni hablar. De todos modos, si alguien
no puede con las 28 curvas, siempre se puede alquilar un burro que te suba.
Tras eso, el resto ya fue fácil y llegamos a nuestro destino por el día
que es un hostal llamado Tea Horse, muy bonito. Allí pudimos cenar y
conocer a otros excursionistas, al final hicimos un buen grupo para tomar unas cervezas
mientras veíamos como se apagaban las ultimas luces del día.
A la
mañana siguiente, malas noticias, estaba lloviendo y eso podía complicar mucho
la marcha ya que en algunas zonas hay mucho barro o piedras pulidas que pueden
ayudar a que uno caiga barranco abajo. Aún así,
tras comer un poco, seguimos esta vez un grupo de ocho personas. A parte de las
impresionantes vistas, nos cruzamos con una magnifica catarata que caía por el
medio del camino y aunque nos mojamos un poco, ya íbamos empapados por la
lluvia, pudimos hacer unas magnificas fotos. También encontramos una zona donde
un hombre se dedicaba a filtrar y decantar arcilla blanca que el agua arrastraba
desde las cimas para luego hacer cerámica, igual que otra instalación para
decantar plata de esta misma agua. A la mitad del recorrido, dejó de llover y empezó
a salir el sol.
Hacia las dos de la tarde, llegamos a nuestro punto final que
se encontraba un poco mas allá de la mitad del cañón y donde se encuentra un
hostal que ofrece buses hacia Qiaotou, Lijiang o Shangrila. La trampa que
utilizan allí es que el ultimo bus/furgoneta, sale a las 15:30, así que si
llegas más tarde, estás obligado a pasar la noche con ellos en su hostal (y no
son de lo mejor...) Debido a esto, decidimos comer algo y no pudimos bajar
hasta el río donde también se pueden tomar bonitas fotos, pero para eso necesitábamos
dos horas que no teníamos.
A las
tres y media, cuatro de los excursionistas que nos habíamos encontrado la noche
anterior, nos subimos a una furgoneta y nos fuimos a Shangrila!. Una
mala noticia para el cañón es que se está planeado hacer un enorme embalse de
agua tipo el de los tres valles utilizando las titánicas proporciones del cañón.
Esto, tristemente haría que desapareciera uno de los mayores cañones del mundo
(sino el mayor dependiendo como se mire) con toda su flora y fauna autóctona a
parte de hacer desplazar a muchísima gente de sus hogares.
Quinta
parada: Shangrila
Shangrila,
es un pueblo que se encuentra cerca de la frontera tibetana donde
mayoritariamente encontramos la etnia Mosu y los tibetanos a unos 3300 metros
sobre el nivel del mar.
El
pueblo se llama así desde hace muy poco tiempo, ha sido una maniobra para
atraer turismo. Aún les falta mucho para ello pero poco a poco se van
preparando, el nombre anterior del pueblo era: Zongdian. En realidad, Shangrila
es toda una zona, donde también se encuentra la Tiger Leaping gorge.
Llegamos
a la tarde a Shangrila con una magnifica tormenta que convirtió las calles en
pequeños ríos. Tras encontrar un hostal y esperar a que la lluvia aflojara, nos
fuimos todos a cenar a un restaurante donde comimos por primera vez carne
de Yak! Buenísima! y lo que se convertiría en nuestra dieta para el resto de
los días (yogur, filetes, sopa, hamburguesas todo de yak).