El
Maestro Traver ha tenido la gentileza de enviarnos unos apuntes y una breve crónica, así como una foto de grupo, del curso que dirigió el pasado mes de Marzo, sirva este post para agradecerselo.
Aunque el Aikido está catalogado como un arte marcial suave, en la práctica nos encontramos con que uno de los principales problemas para progresar en esta disciplina, es precisamente el exceso de tensión muscular y de fuerza que utilizan la gran mayoría de los practicantes durante sus aplicaciones técnicas.
Trabajando con la hipótesis de que este exceso de tensión procede principalmente del miedo a caer, así como de un sentido de auto-protección contra el miedo y el dolor consistente en bloquear la respiración y tensar los músculos, vamos a practicar algunos ejercicios pensados para acostumbrarnos a reaccionar de una forma nueva ante las amenazas del dolor y de la pérdida del equilibrio.
Normalmente, el aprendizaje de las técnicas ya debería servir para estos propósitos, sin embargo la experiencia nos dice que esto no necesariamente es así. Entender bien la forma de estudiar es fundamental: una técnica concreta responde a una situación concreta y sólo resultará útil si se aplica en el momento adecuado. Por eso, para aprenderla necesitamos repetirla una y otra vez en las condiciones idóneas. Eso implica la necesidad de que el compañero que ataca se limite al ataque pactado, en la dirección e intensidad justas. Si el compañero modifica las condiciones atacando fuera de distancia, en un ángulo distinto o bien deteniendo el ataque antes de recibir la técnica, ésta, resulta completamente inútil. Ante esta situación podemos hacer dos cosas: variar también la técnica (impidiendo así que podamos memorizar el movimiento original), o bien, tratar de forzarla (provocando una lucha y tensión innecesarias que, a menudo, justifica el miedo al dolor de nuestro compañero).
Efectivamente, en Aikido existen formas de trabajo libre que permiten atacar y reaccionar con más libertad (jiyu waza, oyo waza, kaeshi waza, taninzu gake), tan sólo necesitamos ser conscientes de cuando estamos haciendo uno de estos ejercicios y cuando no. Como el Aikido es cosa de dos, no basta con que uno tenga clara la diferencia, es imperativo que los 2 (uke y tori) sepamos lo que estamos haciendo y nos ciñamos a ello.
Finalmente, el tema de corregir a un compañero. Es un tema delicado ya que se mezclan varias cosas y no todo el mundo las entiende igual. Desde mis clases, trato de fomentar una forma de trabajar en la que cada uno se haga responsable de su propio progreso. Si trabajo con alguien que lo hace bien, trataré de fijarme en cómo lo hace. Si no lo hace tan bien, me limitaré a cumplir con mi papel como compañero de la forma más honesta posible y si creo que lo hago mejor, le daré la oportunidad de que se fije él en como lo hago yo. De este modo, nadie corrige a nadie, pero todos se ayudan. La decisión de aprender del otro o no, es una decisión personal de cada uno. En el momento en que pienso que yo lo hago mejor y trato de corregir a mi compañero explicándole cuales son sus errores, le estoy quitando la posibilidad de elegir, le impongo mi forma de hacer Aikido porque pienso que lo hago mejor que él.
Naturalmente, cuando trabajo con alguien muy, muy principiante y veo que está completamente perdido, trato de ayudarle... pero para eso no hacen falta tantas explicaciones, con leves indicaciones es suficiente. El sentido común debería ser el que regulara estas cosas, sin embargo, a falta de éste, la etiqueta del Aikido dice que es una falta de cortesía hacia el profesor que dirige la clase comportarse como tal, incluso cuando mi grado es superior al de éste.
Lo que hacemos fundamentalmente es trabajar la relajación con ejercicios específicos en vez de hacerlo con técnicas. De este modo, la gente tiene más claro lo que está haciendo y se olvida de forzar, de pelear y de empeñarse en que el otro caiga.
A partir de ahí, una vez la gente está más relajada ya empezamos a trabajar técnica pero de un modo distinto: dos ataques a elegir y 4 ó 5 técnicas posibles. De este modo trabajamos la capacidad de reacción a un ataque desconocido desde la relajación, evitamos la tentación de boicotear el trabajo del compañero ya que le permitimos cambiar de movimiento en cualquier momento y así puede resolver las situaciones con mayor libertad.
Según el momento hacíamos grupos de 3 ó 4 personas para darle más dinamismo al trabajo. Otras veces lo hacíamos por parejas.
Estudiamos también algunos trabajos con armas fuera de las técnicas habituales (por ejemplo absorber y devolver golpes de jo con el cuerpo). Finalmente estudiamos la estrategia para el taninzu gake, el sentido del ejercicio y cómo se debe entrenar (es una parte de los exámenes y de las demostraciones que suele estar muy poco trabajada y se acaba haciendo siempre lo mismo: kokyunage + iriminage).
Los principiantes compartieron una parte del seminario y luego hicieron un trabajo específico, porque claro, ellos no tienen aún recursos para hacer un trabajo libre.
Y muchas más cosas, pero comprenderás que es algo difícil explicarlo por mail. En fin, espero que se entienda un poquito...
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