Momotaro

De los cuentos japoneses que he podido leer, sin duda el de Momotaro es el que más me gusta. No me preguntéis el por qué, no tengo ni idea, solo sé que disfruto mucho cada vez que topo con él.

Para el que no lo conozca, a continuación os dejo un pequeño resumen con mis propias palabras, espero que sirva para haceros una idea y se entienda bien, ahí vamos...

Hace mucho tiempo había un par de ancianos que vivían en una cabaña de leñadores en la montaña. Nunca habían podido tener hijos a pesar de rezar por ello a los Kami durante toda su vida.

Un día bajó flotando por el río un enorme melocotón; la anciana lo recogió y le pidió a su marido que lo abriera para comérselo, pero cual fue su sorpresa cuando de repente el melocotón comenzó a moverse y de su interior salió un pequeño niño.

Decidieron adoptarlo y ponerle el nombre de Momotaro. Lo criaron como a un hijo y el niño creció rápidamente. Pronto destacó por su fuerza en la aldea, ningún otro joven podía hacerle frente, pero existía una preocupación en los ancianos, Momotaro nunca había dicho palabra alguna a pesar de sus esfuerzos por enseñarle.

Un día la gente de la aldea estaba quejándose por las fechorías de los demonios, que les robaban lo poco que tenían y sucedió lo inesperado, Momotaro habló por primera vez y dijo: Yo me encargaré de los demonios. Los ancianos no salían de su asombro, por fin había hablado. Intentaron convencerle de que era peligroso ir a la isla de los demonios, pero Momotaro pidió un poco de comida antes de partir. Reconociendo su valentía, el resto de los habitantes de la aldea le dieron una vieja armadura y una katana oxidada, todo lo que tenían que le pudiera servir, y él mismo se fabricó un pequeño estandarte.

De camino a la isla se encontró con un perro que le pidió un poco de comida a cambio de acompañarle en su aventura. Momotaro no dudó y se la dio, y lo mismo pasó con un mono y un faisán, así que ya eran cuatro los valientes que se dirigían a la isla de los demonios.

Llegaron hasta las puertas de la fortaleza de los demonios, pero las puertas estaban cerradas. El faisán voló alto e informó a Momotaro que los demonios estaban reunidos bebiendo sake, era un buen momento para sorprenderlos. El mono trepó la muralla y saltó al interior, desde donde abrió la puerta para que entraran Momotaro y el perro.

Los demonios borrachos y sorprendidos fueron duramente vencidos por Momotaro y sus compañeros, así que se rindieron y prometieron no volver a cometer fechorías y devolver todo lo robado.

La historia termina con el perro tirando de un carro lleno de tesoros, el mono empujando el carro por detrás, el faisán volando encima de ellos e indicando el camino, y Momotaro subido en el carro con su pequeño estandarte ondeando al viento victorioso de vuelta a la aldea para devolver lo robado a su legítimos dueños.

Momotaro-san, Momotaro-san, okoshi ni tsuketa kibidango, hitotsu watashi ni kudasai na.

Age-mashou. Age-mashou. Kore kara oni no seibatsu ni tsuite iku nara, age-masho.