Esto que os voy a contar a continuación es aplicable al 99% de los amigos, familiares, conocidos y personas humanas en general que habitan este planeta tierra.
Se da el caso de que alguien te comenta, por ejemplo, que de siempre ha tenido algún problema en la espalda y que de vez en cuando le causa dolores y tal. Tu, con toda tu buena intención y experiencia, le dejas caer que el Aikido (léase Aikido u otra arte marcial o actividad) le puede ayudar a solventar o mitigar esos problemas, que ayuda en la corrección postural, mejora la flexibilidad además de fortalecer los músculos trabajados, etc, amén de otros muchos beneficios.
La primera reacción de la persona será decir buffff y quedarse ojiplática, como si le estuvieras recomendando bajar a los infiernos a darse un baño en las termas de lava incandescente.
En cambio, si tu con la sabiduría ancestral le dices que a un tatarabuelo tuyo se le solucionó hirviendo 2 ramitas de tomillo, recogidas durante la primera luna nueva del Otoño en uno de los valles más recónditos del Pirineo, añadiendo a mitad de la cocción sangre de una zarigüella tuerta, removiendo durante media hora más y añadiendo finalmente el último orín de la tarde de un urogallo artrítico, y todo esto dejándolo enfriar durante 2 horas y luego vertiendolo en cada esquina de su casa mientras canturreaba unas letanías a Cthulhu; su reacción seguramente será comentarte "¿No sabrás el nombre de ese valle recóndito?, bueno no te preocupes, en cuanto llegue a casa me pongo en internet a ver si lo encuentro y si se pueden conseguir fácil las cosillas estas que me dices y ya te contaré que tal me ha ido tu recomendación..."
En cambio, si tu con la sabiduría ancestral le dices que a un tatarabuelo tuyo se le solucionó hirviendo 2 ramitas de tomillo, recogidas durante la primera luna nueva del Otoño en uno de los valles más recónditos del Pirineo, añadiendo a mitad de la cocción sangre de una zarigüella tuerta, removiendo durante media hora más y añadiendo finalmente el último orín de la tarde de un urogallo artrítico, y todo esto dejándolo enfriar durante 2 horas y luego vertiendolo en cada esquina de su casa mientras canturreaba unas letanías a Cthulhu; su reacción seguramente será comentarte "¿No sabrás el nombre de ese valle recóndito?, bueno no te preocupes, en cuanto llegue a casa me pongo en internet a ver si lo encuentro y si se pueden conseguir fácil las cosillas estas que me dices y ya te contaré que tal me ha ido tu recomendación..."
Quizás vosotros tratéis con el 1% de la población que hace caso al primer consejo, pero os puedo asegurar que yo solo he topado con el 99% restante, una autentica paradoja la mente y comportamiento humano...
P.D: Existe una actividad inmune a esta paradoja, pero esa os al contaré en otra ocasión...
jajaja,no, te aseguro que yo también me topé con el 99% y es que las personas somos gandulas, lo que es trabajar, hacer ejercicio fisíco poco, y ya algo tan raro como Aikido(que será eso???) menos..
ResponderEliminarun abrazo
Carina
Jejejeje, ya no es solo gandulas, es que ni siquiera ir a ver o probar una vez...
ResponderEliminarGracias Carina!
Es cierto, absolutamente.
ResponderEliminarY no ocurre sólo con actividades físicas, ocurre también con literatura y demás artes.
Hay como una especie de desconfianza innata a lo desconocido, y cuanto más lejano y extraño (como por ejemplo, proveniente de otra cultura, lejana) peor.
Es MUY triste, patético incluso.
La gente no quiere aprender, no quiere saber más, la curiosidad se limita al cotilleo.
Odio eso, es mi antítesis, en muchos aspectos (no la parte física, lolz)
Nos vemos el viernes...
Pero no ibas a venir los Martes y Jueves a Aikido también?
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