martes, 20 de septiembre de 2011

Extracto del libro "The way of the stick"

Durante mi práctica de Aikido en el curso de Sensei Traver en Vic, tuve la oportunidad de conocer a Ignasi, un aikidoka de Barcelona. Hace unos días se puso en contacto conmigo y aprovechó para enviarme un texto que había leído.

El texto es de Pascal Krieger y pertenece al libro "The way of the stick". Sensei Krieger es presidente de la federación europea de Jodo y Menkyo Kaiden de la Shinto Muso Ryu.

Os dejo el texto a continuación y aprovecho para dar las gracias de todo corazón a Ignasi por enviárnoslo, espero que os guste.

"La sesión de entrenamiento comenzó de la manera habitual. Nada hacía prever lo que pasaría más adelante. Tras los 300 primeros Suburi la mayoría de los practicantes estaban convencidos de que la orden "Yame!" vendría pronto. Algunos ya iban más despacio. Aparte de unos cuantos veteranos, más astutos, nadie esperaba continuar, ya que estos 300 Suburi era el comienzo habitual de la sesión.
 
Después de 20 minutos, con los hombros ardiendo debido a la fatiga muscular que surge después de los 300 Suburi y por la falta de experiencia, algunos de los practicantes más nuevos empezaron a sentirse incómodos. No podían continuar, pero no lo podían dejar delante de todos "Si tan sólo cambiase el movimiento!" pensaban. Pero no, el Kiai marcaba el ritmo por el mismo movimiento y se oía el eco por todo el Dojo como un hechizo. Poco a poco el grupo fue engullido por un estado de esfuerzo consciente, el dolor decrecía, la mente se vuelve ajena a las últimas preguntas que habían quedado sin respuesta. La necesidad de pensar cada vez se fundió. La acción rítmica solitaria subió hasta la estructura abierta del Dojo como una oración.
 
Pero todo el mundo tiene una resistencia física y mental diferente. Las primeras manos cayeron después de 45 minutos, pronto seguidas por otras. Los primeros en abandonar sintieron un tinte de decepción mezclado con vergüenza. Y así continuó. Unos cuantos más lo dejaron pero la mayoría siguieron, empapados, con una mirada vacía.
 
Algunos de los que habían parado dieron un paso atrás y continuaron. Todos se mantuvieron unidos con el ritmo y con el Kiai los practicantes más persistentes. Sus mentes estaban vacías y ya no les preocupaba cuando se pararía. De repente y por sorpresa de todos "Yame!". En silencio todos se miraban las manos llenas de ampollas  sorprendidos de haber aguantado tanto tiempo. Todos se miraban entre ellos como en un sueño extraño. Para algunos había sido una pesadilla, y los que se habían despertado a la mitad se preguntaban si en el caso de haber podido continuar lo habrían querido hacer. Algunos ponían  excusas (no estaban preparados, estaban cansados ​​de los otros días,...) y se apresuraron a decírselo a los demás que no habían preguntado nada. Pero todos los practicantes sintieron su ego disminuido.
 
El guía, impasible con "Fudoshin", da al grupo unos momentos para recuperarse del shock y acaba con un saludo impecable pero sin ninguna explicación.
 
¿Es necesaria una explicación? El grupo se ha sometido a un Misogi sorpresa. Todo el mundo ha compartido un súper esfuerzo físico y mental. Y ha sido posible en parte por el esfuerzo consciente ayudado por un simple movimiento, siempre idéntico, llevado a cabo a una velocidad constante. Todos se han encontrado cara a cara con ellos mismos y con lo que realmente son…débiles, susceptibles al dolor y a la fatiga. Algunos estaban gratamente sorprendidos, otros se habían sobrevalorado pero todo el mundo había ganado humildad. La confianza del grupo había crecido de nuevo más fuerte. Todo el mundo se sentía temporalmente purificado.
 
Misogi es un elemento indispensable para formar un Shûgyôsha. Se dice Sesha Tanren (la forja un espíritu puro). Este tipo de práctica debería ser regular, se tendría que utilizar periódicamente, en seminarios o en sesiones intensivas." 

2 comentarios:

  1. Me recuerda el seminario de Tissier en Wegimont, no creo que fueran 300, pero lo parecían, salí con ampollas en las manos,
    gracias

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  2. La verdad es que si no se está acostumbrado, el desgaste mental y físico tiene que ser enorme.
    Gracias Carina!

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