Reflexión: Musha Shugyo por el Aikido

El otro día comentaba con Sensei Monreal que me encuentro en una etapa algo errática en mi camino por el Aikido. Sin grandes metas personales en el horizonte cercano, más allá de aprender y mejorar cada día que ya es mucho, mi camino ha variado significativamente respecto a lo que estaba acostumbrado desde el comienzo de mi práctica.

Siempre he sido mucho de centrarme en objetivos, no por nada en especial, simplemente por no dispersarme en exceso y tener ese pequeño impulso que te da la satisfacción de lograr algo que al principio parecía una simple quimera...

Los antiguos samurai tenían un concepto denominado "Musha Shugyo" por el cual debían vagar por las tierras de Japón practicando y honrado sus habilidades sin la protección de su familia o escuela, valiéndose por si mismos. Al samurai que emprendía este peregrinaje se le denominaba Shugyosha.

Salvando las distancias, creo que me encuentro en un peregrinaje similar al de un Shugyosha, vagando por el Aikido sin una meta concreta, solo por el mero placer de la práctica del Budo, pero con la extraña sensación de que me voy perdiendo por la inmensidad.

Aquellos samurai que emprendían el Musha Shugyo trabajaban como Yojimbo, entrenaban en otras escuelas, se batían en duelos, buscaban un Daimyo al que servir, etc, en el tiempo que duraba su vagar. En mi caso, salvando las distancias nuevamente, sería echar una mano a algún compañero en un examen, participar en una exhibición, ayudar a promocionar el Aikido de forma local y ese tipo de cosas mundanas al limitado alcance mis manos y mi mente.

Pero la sensación de vagar sigue ahí, inmóvil, como si todo girara en una perfecta rueda y yo estuviera al margen, observando desde fuera, y con una melancólica sensación de soledad arraigada en mi, muy lejos, eso si, de la tristeza o la desmotivación.

No sé cuanto durará mi Musha Shugyo personal, lo que si estoy convencido es que en el futuro echaré la vista atrás y a buen seguro lo recordaré como una bonita y fructífera experiencia, de todo se aprende aunque en el momento, sin perspectiva alguna, parezca lo contrario.