jueves, 6 de enero de 2011

Es sencillo pero no fácil

Aparentemente el Aikido es sencillo. Parece que no hacemos nada más complicado que andar, girar, sentarnos, levantar un brazo, bajarlo; quizá cuando hacemos de uke hemos de trabajar un poco más, aunque tampoco es necesario llevar este trabajo al extremo con caídas en salto, piruetas y demás excesos completamente prescindibles fuera del contexto específico de las exhibiciones.

La frustración del principiante suele aparecer cuando constata que su cuerpo no le obedece. Aunque intenta reproducir los movimientos que acaba de observar, se da cuenta de que invariablemente, o avanza el pie equivocado, o levanta la mano contraria, o ambas cosas, contorsionando su cuerpo y desaprovechando gran parte de su energía.

Lo primero es no caer en el desánimo, los que llevamos algunos años en esto conocemos bien esa frustración, el tiempo y la práctica enseñan que sin conflicto no hay aprendizaje real. La disciplina consiste en seguir con un método a pesar de esa frustración. Mantener la confianza en quienes nos están enseñando y también en nosotros mismos: “...si otro lo hace, yo también puedo...”, dejando atrás los mensajes del tipo: “...yo no puedo, esto es muy difícil, no es para mi...”.

La física es igual para todos y el Aikido propone una forma de usar el cuerpo completamente lógica. El problema está en que nuestra motricidad natural no coincide con la que propone el Aikido (por más lógica y funcional que esta sea). Por ejemplo: Al andar por la calle adelantamos el pie izquierdo y la mano derecha, mientras que en Aikido nos piden que mantengamos el pie y la mano del mismo lado; si vemos que algo se mueve lo agarramos, en Aikido no, nos dicen que lo cortemos; en la calle “miramos”, en el dojo “vemos”; relacionamos “hacer fuerza” con retener la respiración y tensar los músculos, mientras que la fuerza del Aikido sale de la energía cinética que transmitimos al andar, por supuesto respirando tranquilamente para no bloquear las articulaciones.

Éstos son tan sólo algunos ejemplos de acciones sencillas pero que nos cuestan porque requieren una re-programación de algunas funciones motoras. Acometer aprendizajes de este tipo, supone un gran beneficio para nuestra salud cerebral, precisamente porque cuestan, porque nos piden un esfuerzo, por eso precisamente el Aikido merece tanto la pena, porque es sencillo, pero no es fácil.

Un saludo para todos los amigos de Aikido Larraona y enhorabuena por vuestro blog!!

Luis Traver

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3 comentarios:

  1. Claro que el Aikido merece la pena cualquier esfuerzo! Me adhiero a Luis, enhorabuena y espero que mucha gente lo lea y se interesen por el Aikido.
    saludos
    Carina

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  2. Gracías Carina. Lo cierto es que el Maestro Traver tiene artículos muy interesantes en su web. Os recomiendo que si teneis un rato os paseís a leerlos, merecen la pena.

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  3. Muy buen punto de vista, y no solo apliacable al aikido, sino a casi todas las artes marciales.

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